Era una mañana del mes de octubre, digamos q hacia
finales y víspera de todos los Santos.
....Julián era un muchacho de dieciséis años, hijo único de
una familia acomodada, conocida como los caciques del pueblo,
ya que disponían de unas amplias tierras de siembra y cultivo.
Esa mañana en cuestión, el muchacho se encontraba en la cocina
de su casa, cabizbajo, con la mirada perdida en la cucharilla de su vaso
de leche; estaba triste, indignado y harto ya... de siempre la misma historia.
Ese día debería de estar con sus compañeros de clase en una excursión
organizada por el profesor de historia, visitando unos yacimientos
arqueológicos encontrados recientemente a sesenta kilómetros
del pueblo.
Julián, le había pedido a su padre o mejor dicho, casi le había rogado
que le dejase ir. Pero este, un hombre de carácter difícil, posesivo,
prepotente y orgulloso de si mismo de ver que era la máxima
autoridad en su familia, le había dado la respuesta que hacía años él
venía escuchando.
-Para que??......para que pase algo????.....Tu no necesitas ir a
ningún lado!!!!!!....y no hay nada más que hablar, Julián!!!!!!.
Su madre, una mujer sumisa, sin personalidad ni decisión propia,
acostumbrada a acatar las decisiones de su marido, sufría con todo
aquello y una vez que su marido salía de casa.....ella, con ese
semblante tierno y de resignación que la caracterizaba, subía a la habitación
de su hijo, llamaba, entraba y le decía:
-No te molestes con tu padre, Julián......... él lo único que quiere es
protegerte, eres todavía un niño...... Cuando seas mayor veras como
todo cambia!!
Y Julián sin decir nada, abrazaba a su madre, su madre a él y lloraban los dos juntos.
Como era octubre... en el campo, se encontraban en plena siembra de
los cereales, como la cebada, el trigo, etc ,etc...
A si, que esa mañana, su padre le dijo al muchacho:
-Hoy te vienes conmigo a las tierras......termina de desayunar y vamos!!!
Sin decir nada, miró a su madre de reojo, se levantó de la silla y sin acabarse
la leche se dirigió a ella y le dio un beso. La mujer como si fuese a ser
la última vez que viese a su hijo, le abrazó y lo besó en la frente.
En el campo realizaba los trabajos que el padre le mandaba, ayudaba a
las demás gente y estaba al pendiente de lo que pudiera surgir.
Su padre ese día conducía un tractor de estos grandes con una sembradora
enganchada. Le dijo a Julián que fuese detrás, pendiente de la siembra.
En una mala maniobra que hizo, el tractor se le paró y al volver a
arrancarlo se le fue para atrás.......arrollando y aplastando al muchacho.
No se dio ni cuenta, todo ocurrió en segundos; se percató que algo
ocurría por la cara y voces de los demás agricultores.
Al bajarse del tractor y ver lo ocurrido.... enmudeció. No abrió la boca
ni dijo nada en todas las horas posteriores al fatídico accidente.
...Tal vez había enloquecido, fue un accidente, pero quizás la culpa le
perseguía y atormentaba.
La tarde-noche después del entierro de su hijo, se dirigió hacia la
nave donde guardaban todas las maquinarias. Horas después
se lo encontraron ahorcado.
Ana Martos. Octubre 2011.
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