sábado, 17 de marzo de 2012

AL DIABLO CON EL CARNAVAL


..... La Plaza Mayor era un hervidero de gente. Todo el pueblo de 
Pexil se había echado a la calle para vivir su carnaval. Luces y colores
engalanaban sus calles más céntricas, risas y alegría se respiraba en su
ambiente.
Niños y mayores... cientos de mascaras, comparsas, chirigotas, disfraces
y mucha originalidad vestían a este pequeño municipio.
Pexil, era conocido por toda la provincia por sus grandes carnavales, atraía
a cientos de turista, miles de visitantes paseaban por sus calles en estos
días de jolgorio y fiesta atraídos por la diversión y el espectáculo.

   Esa tarde de sábado, era el día de más afluencia de personal, además, 
este año el tiempo acompañaba. Pexil se encontraba en plena sierra, donde 
sus largos y fríos inviernos hacían buen acto de presencia. Pero este año era
diferente, el mes de febrero estaba siendo seco y caluroso, algo anómalo 
para esta región, pero lo cual motivó a un carnaval aún mayor.
  La tarde-noche se iba adentrando, disfraces, mascaras y mascarotes seguían 
su cometido; con el paso de las horas la fiesta y diversión se alzaba en pleno
apogeo, en parte, relativamente debido también al consumo de alcohol.

   Sin duda, ese día, el espectáculo, luz y color lo habían puesto un grupo de 
jovenzuelas ''diablillas'' que enfundadas en unos minúsculos, sexys y atrevidos 
disfraces acaparaban la atención y miradas de todo aquel que se cruzaba en 
su camino.
Se trataba de cinco amigas, cinco hermosas muchachas de entre dieciséis y dieciocho
años, llenas de alegría y vida.
Estas diablesas, lucian y sabían lucir los picantones trajes que llevaban puestos. No
paraban de cabriolear por todo el pasacalles, bailoteaban entre ellas, bailoteaban con
las demás mascaras, incluso, tal vez inocentemente, jugueteaban, coqueteaban y se 
insinuaban levemente al resto de los allí presentes.
La gente, el público que allí se encontraba  no dejaba de cuchichear entre ellos; las
niñas habían acaparado toda la atención del carnaval, el verlas bailar, moverse y
contonearse con el tridente en la mano, se había convertido en el mayor espectáculo de 
esa tarde-noche para el deleite y encanto de muchos.
No cabía duda, de que esa noche el premio al mejor disfraz sería para ''las diablesas''. 
Se acercaba la hora y la gente se iba aglomerando alrededor del escenario, todo el
mundo, en especial masculino, quería estar en primera fila, ninguno se quería perder
el momento de verlas subir a escenario y recoger el premio.

La noche poco a poco fue refrescando, la luz que esa noche desprendía la luna llena, 
fue menguando hasta verse apagada; un tupido velo se ceñía sobre un cielo raso, un
nubarrón negro se apoderaba de la noche. La noche de pronto perdió su encanto,
como por arte de magia había perdido su alegría presagiando dolor y terror.
Las tinieblas hacían eco de su presencia, el aire que ahora se respiraba
en Pexil era frío y tenebroso. Aún así, a pesar del mal augurio que por aquella extraña
razón la gente percibía, seguían sin moverse de la Plaza Mayor a espera de ver 
coronadas  a ''las diablesas''.
Como alma que lleva el diablo, y sin saber porqué una pareja de la Guardia Civil irrumpió en 
la plaza trepando al escenario en el cual en ese preciso momento se nombraba a los 
premiados. Uno de ellos, el más alto fue el portavoz, se acercó al micrófono y con voz temblorosa  
se limitó a decir... ''cinco jóvenes vestidas de diablesas, han aparecido muertas en un parque
a escasos cincuenta metros de aquí''.
En ese momento, todos los allí presentes enmudecieron al escuchar lo que el Guardia
Civil acababa de pronunciar; no daban crédito a aquellas palabras, era imposible que
aquellas muchachas estuviesen muertas. La consternación y el dolor se reflejaba en 
el rostro de cada uno de ellos.
Pronto, decenas de curiosos acudieron al lugar de los hechos. La escena era espeluznante,
las cinco muchachas yacían tendidas en el suelo correlativamente. Se encontraban 
amordazadas y amarradas de pies y manos. La sangre cubría sus cuerpos, sus gargantas
presentaban un profundo corte, las cinco amigas habían sido asesinadas de la misma 
forma, las cinco habían sido degolladas.

Pexil, conocido por sus grandes carnavales, ahora era recordado por la tragedia y 
el horror. 
Diez años después de aquel macabro sábado de carnaval, el asesinato de aquellas
jóvenes ''diablillas''  aún sigue siendo un misterio. El único dato que hasta ahora se 
conoce, es que aquella noche no había ninguna pareja de la Guardia Civil patrullando
Pexil.


Ana Martos - Febrero 2012.

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