Hubo un tiempo que lo tuvo todo...
La vida, había sido generosa con él, había recompensado el esfuerzo
de sus padres años atrás. Ellos, una familia de clase medía - baja, de
recursos limitados, bajo un gran esfuerzo y carencias, se desvivieron
por su único hijo intentando darle todo aquello que ellos en su día
no tuvieron. Llegaron a depositar los pequeños ahorros te toda una vida
en él, con sacrificio y las ayudas del ministerio, pudieron costearle
a Manuel sus estudios. El chico bien lo merecía, era inteligente, siempre
aplicado y responsable, inconformista en la vida, mostrando constantemente
ese grado de superación; un ''cerebrito'', así le llamaban cariñosamente
su familia.
Y así fue como un día, Manuel, llegó a ser lo que era, el orgullo de sus padres y
un alto directivo de una importante multinacional.
Es difícil que la vida te sonría con plenitud. A Manuel le mostró la mejor
de sus sonrisas. Llegó a tenerlo todo... buena posición, un elevado cargo,
reconocimiento, prestigio, respeto, y lo más importante, la belleza de una
hermosa familia, una esposa y dos hijos que le adoraban.
la vida y tenemos la capacidad de mandarlo todo al garete.
Todo un esfuerzo y sueños se pueden perder según los pasos que des.
Y Manuel, en plena cúspide, tal vez no supo o no fue capaz de
llevar y asimilar la magnitud de su vida. Comenzó a adentrarse en el oscuro
mundo de la droga. Lo que en un principio eran flirteos esporádicos en ciertas
ocasiones, poco a poco fue convirtiéndose en un hábito cotidiano. El ''cerebrito''
pasó a ser un descerebrado adicto a la heroína o ''caballo'' como vulgar mente
se le conoce. Lo más triste de todo es, que su dependencia psicológica
ni siquiera le dejaba ver la realidad; ya no era aquel muchacho inconformista en
la vida que luchaba por el todo. Ahora se había convertido en una simple
marioneta en manos de una adicción.
Rehusaba del apoyo de su familia, de la ayuda profesional... En poco tiempo
pasó de estar en la cima a perderlo todo, absolutamente todo.
Perdió el prestigio, el poder, la posición y todo lo que ello conllevaba,
capital, propiedades, cuentas... y lo más importante aún, su familia.
Ahora ya no quedaba nada de ese todo poderoso alto ejecutivo Manuel de
Montalbán. Tan solo para algunos vivía en el recuerdo, en el de sus padres
mayores ya, que vieron como su único hijo destrozaba la vida que tanto le había
costado construir.
Manuel de Montalbán, ahora mal vivía en las calles de los bajos fondos, sin apenas
recordar quién fue en su día. Su mente deambulaba en el vacío con la mirada
perdida y llena de odio, vendiendo su alma al mismísimo diablo por medio
gramo de ''caballo''.
La vida te lo puede dar todo... y arrebatártelo todo.
Ana Martos - Marzo 2012.
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