Si mis manos
hubiesen tenido
la gracia,
de poder
parar el tiempo,
lo hubiese
parado aquel día,
que me diste
tu último beso.
Con ello
me hubiese
quedado atrapada,
entre tus brazos
y el deseo;
entre dos almas
que se amaban,
entre susurros
y sueños.
Pero mis manos
no tuvieron
la gracia,
de poder
parar el tiempo...
y me diste
tu último beso
y se fugaron
todos mis sueños.
Nuestras almas
se separaron
y nuestro amor
no fue eterno;
y hoy vivo
en el recuerdo,
de haber querido,
parar el tiempo.
Ana Martos - Febrero 2012.
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