Dime, en esta
noche de soledad
donde los recuerdos
danzan el baile
de la muerte
y yo me acuno
en sus brazos;
dime, el porqué
de tu destierro.
Dime, si el camino
que un día trazaste
tan solo fue vereda
de espinas y aguijones.
Si tus palabras
fueron bálsamos
de agua fresca
del manantial
de la carencia.
Dime, si tu alma
renegó de tus
abrazos y besos;
dime, que fue
de lo nuestro...
Ana Martos - Mayo 2012.
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