Vives, es un mundo que para muchos es de ficción; pero tú, eres
el protagonista de una realidad que está ahí.
Creciste en un barrio desfavorecido, marginal, inmerso en una espiral
de delincuencia y robos. En una casa, por llamarla así, donde la miseria,
el desamparo y lo insalubre se cierne en sus cimientos. Tu madre, ha sido
tu ejemplo, una toxicómana, adherida a las drogas y la prostitución, que
ha vendido y vende su alma por una raya de cocaína. Tu progenitor... tu padre
en algún recóndito lugar del mundo vagará por las calles ajeno a tu existencia,
tan solo fue uno más de esa noche.
La calle ha ido tu escuela; callejones oscuros plagados de ratas que acampan a
sus anchas y que usáis de mascotas. Niños descalzos y mugrientos; ojos de
desdicha, miradas de adversidad que lloran y juegan entre los escombros,
basura y jeringuillas que asolan la vía.
Yonquis tirados en el suelo a la espera de medio gramo. Este es tu mundo...
un mundo de escoria.
Como perro callejero vagas por las calles del horror y el crimen huyendo de las
sirenas entre melodía de disparos. Tu carrera delictiva ha sido precoz, casi no
andabas cuando ya sostenías un arma en tus manos. Delincuente juvenil, asociado
a bandas y a narcortraficantes; te juegas la vida a diario desesperado por conseguir
algo de dinero que sacie tu dependencia a las drogas.
La corrupción es tu lema, con dieciséis años te crees el amo del mundo; y tan solo
eres una lacra humana en un mundo y una vida... que alguien eligió por ti.
Ana Martos - Junio 2012.
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