Camino por las aguas de un mar embravecido, su furia y
rebeldía hacen de mí, un títere sin vehemencia.
Sus manos contagiadas de ira me empujan hasta los
confines del infinito. No hallo salvavidas a mi alrededor que
me devuelva a la vida; todo ante mí se nubla, todo ante mí
adquiere ese color opaco que divide el alma del ser.
Mi fuerza y coraje fue algo efímero que se desvaneció
ante la primera embestida de esta furia sin piedad...
y mi voluntad se anuló, ahora es dueña de ella estas
aguas teñidas en cólera.
Poco queda por hacer, todo está hecho...
Contengo el último aliento y entrego mi cuerpo a este mar
embravecido. Extiendo mi mano hacia ese infinito de dolor
y agonía.
Sus brazos invictos me acarician, a su vez, me sumergen
hasta el destierro de sus entrañas.
Mi andadura terminó, mi alma yace en la profundidad
de este mar inexorable.
Ana Martos - Junio 2013.
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