Ya no queda nada,
su cuerpo cae como liviana
pluma que se desprende de
sus orígenes.
El silencio de la noche grita
tempestad; son vientos
de dolor.
No existe manto para cubrir
su alma; el frío ceñido a su
piel deja al descubierto
heridas curtidas en batalla.
Ya no queda nada... será
el alba quién bese sus labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario