... Y como cada luna llena, aferrado a tus cuerdas recorres el trecho que te conduce hasta
a ella...
Noche de magia y encantamiento... otro mes más fiel a su cita; con tu guitarra como única aliada
y la mar como testigo la esperas sentado en la arena, junto a la orilla.
La luna con su coquetería, juega a reflejarse en el agua iluminando así la mar, dejando destellos
cristalinos. Tímidamente tus dedos se posan en las cuerdas, aún sientes miedo, temes que no
aparezca. Poco a poco y con suma delicadeza tu guitarra comienza a renacer y a entonar sus primeras
letras. Tus ojos clavados en el horizonte la esperan a ella, es el mismo ritual de cada mes, de cada
luna llena...
Y al fin, vislumbras entre la línea que separa el cielo de la mar, su silueta. Sus pasos levitan sobre las
aguas hasta llegar a ti, es una diosa esculpida en belleza. Sus ojos negros brillan como luceros y
acarician tu rostro, su pelo azabache se acuna en los brazos del viento, sus labios te regalan una
sonrisa, y tu corazón en llanto se desgarra sobre las cuerdas. Ahora es cuando tu alma se abre y tu
guitarra hace sangrar las notas que hacen bailar a tu sirena, entre vosotros sobran las palabras, tus
dedos son los que hablan, sus lágrimas las que contestan.
La mar está en calma, rendida ante tal divinidad, la luna bañada en sus aguas os ilumina con su
esplendidez enamorada ante la danza.
Quisieras que este momento fuese eterno, inmortalizar el tiempo y poder quedarte anclado sobre el
pecho de tu ondina. Pero tan solo es algo efímero, minutos que os regala la luna llena.
La voz de tu guitarra se apaga y contemplas como lentamente el mar engulle a tu sirena... todo a
terminado, ahora, solo quedan penas ahogadas en cuerdas. Te levantas y huyes; las olas que
emergen de las entrañas borran los pasos tras de ti...
... tu guitarra ha de esperar hasta la siguiente luna llena.
Ana Martos - Octubre 2012.
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